En Play y iTunes hay más de tres millones y medio de apps. Juntas representan más de 250 años de trabajo1. Más: este año los 2,6 millardos de usuarios de smartphones2 gastarán 360 millones de años usando apps, a un ritmo promedio de 200 minutos al día3.
Es mucho tiempo. Son muchas vivencias y memorias. Y son todas muy vulnerables.
El día que los stores desaparezcan, muchas de esas apps se perderán para siempre. En el mejor de los casos, quedarán atrapadas en los backups de sus autores, o en móviles muertos. Desaparecerán como canales de una televisión que no se puede grabar.
Si una app se retira, no solo “desaparece valor”, sino que también se esfuma un pedacito de historia, pues el software es cultura, como los libros o las películas. Cuando le hable a mis nietos de Candy Crush, Instagram o Tweetbot, no podré mostrarles nada.
¿No deberíamos empezar ya a recopilar y guardar los archivos APK e IPA de esos millones de apps? ¿No tendríamos que crear un Archive.org de aplicaciones móviles?
Actualización (17:05): A. Guevara me recuerda que la mayoría de apps importantes conectan a servidores que difícilmente podrían preservarse (efecto GeoCities). Pero quiero pensar que, mientras tengamos el binario, la experiencia se puede emular.