Por favor, seguid pidiendo móviles baratos

Le tengo muy poco aprecio a la prensa tecnológica que se pone de parte de la industria. Primero, porque la industria no necesita defensores, sino críticos. Y luego porque la industria —hablamos de Apple, Google, Samsung— tiene suficiente dinero como para hacer periodismo de marca, en lugar de enviar notas de prensa y sentarse a esperar a que los reporteros las reescriban.

Hay excepciones. Por ejemplo, los artículos de Alex Barredo: aunque a veces no comparta su punto de vista, debo decir que sus análisis están bien construidos y ejemplifican bien el pensamiento de las marcas. Son artículos que van mucho más allá del alegato fanático. Sobre todo, invitan a reflexionar; esa es quizá su mayor virtud en un mar de fanboyismo.

Un artículo suyo que merece la pena leer es _Por favor, seguid comprando móviles de 1.000 dólares_. En él se defiende la existencia de los móviles de gama alta como mecanismo de financiación de la gama baja, una suerte de filantropía derivada del consumo de bienes de lujo. Según el autor, la gama alta, fruto de un costoso I+D, baja luego en cascada hacia los pobres. Es la vieja teoría trickle-down.

Si hoy en día existe el smartphone de €70 es gracias al Nokia 9000, al iPhone, al Galaxy Note, o a las subvenciones de terminales de alta gama por parte de Verizon o DoCoMo

A un apasionado de los motores, el argumento le sonará. Si la gente compra coches de Ferrari y Porsche, esas tecnologías punteras se verán luego en los Fiat y Volkswagen del mañana. Si hoy tenemos ABS de serie, cambios automáticos y asientos ergonómicos es gracias a todos los coches de lujo que se vendieron antes. La gama alta, pues, sería el motor de la innovación.

Esto es probablemente cierto para fabricantes como Samsung, que construyen terminales de alta calidad y luego cuentan con una hueste de modelos mediocres que se nutren de partes desechadas y ensambladas sin fantasía. Pero no es el caso de Motorola, cuyo Moto G es el equivalente en móvil de un Volkswagen Beetle: un móvil original, asequible y funcional.

La misma noción de gama alta me parece atacable. El ejemplo típico es el iPhone. ¿Qué es gama alta? No se define por sus especificaciones, pues hay móviles más potentes que el iPhone. No se define tampoco por el precio, pues hay móviles más caros. ¿Entonces qué significa realmente? Nos lo dice Robert Harley, en un artículo de Stereophile de 1991:

What distinguishes a high-end from a mass-market product is the designer’s caring attitude […] To the high-end designer, electronic or mechanical design isn’t merely a technical undertaking—it’s an act of love and devotion

No es necesariamente lujo, ni tampoco potencia. Es respeto por el consumidor. La “gama alta” debería llamarse “gama ideal”, pues permite disfrutar plenamente de una tecnología. Por eso un iPhone es un producto de éxito: más allá de un símbolo de estatus es una herramienta que funciona muy bien. Es la experiencia deseada por los conocedores.

La gama alta financia la gama alta; no se sigue que los móviles para el tercer mundo sean un producto del mercado de lujo. Para que la tecnología alcance a todos los estratos de la sociedad, para que se vuelva universal y accesible, es necesario un tipo de voluntad distinto. El motor de una gama aceptable y funcional —que no baja— no es el lujo, sino la necesidad.

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¿Tenemos el Xiaomi gracias a Apple? ¿O porque la gente lo pide?

En cuanto a la estabilización, esta es una etapa normal y deseable del desarrollo tecnológico. Estamos cerca del momento en que los móviles serán productos tan comunes como los teléfonos fijos. El mercado no morirá, sino que dejará de ser el centro de la histeria informativa. En lugar de móviles hablaremos de otras tecnologías. Y eso es bueno.

No tiene sentido seguir hablando de gamas altas y bajas. Como comenta Ben Thompson, siempre habrá un segmento superior para quien quiera algo más. Más importante todavía, la calidad del segmento inferior seguirá subiendo, porque el consumidor pobre no es tonto. La batalla importante se está dando en otro sitio: en el software (“software matters“). Deberíamos hablar de esa.

Así que, por favor, seguid comprando móviles de calidad aceptable. Seguid quejándoos cuando no funcionan. Seguid exigiendo mejores precios, mayor calidad y más software. Pero no compréis móviles de 1.000 euro a menos que no haya una alternativa mejor: dejad que la industria espabile.