¿Yo cuantificado? Prefiero el Yo asesorado

¿Sabéis esa gente que insiste en contaros los detalles más vulgares de un suceso? Con las apps de fitness me siento igual. Insisten en hacerme saber cuántas calorías he quemado, cuánta grasa saturada tienen mis alimentos y en cuántas semanas alcanzaré mi peso deseado. Algunas incluso explican por qué tal dieta es superior a otra, o los beneficios de beber tres litros de agua al día.

Hay cosas que no necesito saber sobre mi cuerpo. No necesito saberlas porque no sé qué hacer con ellas. Porque nadie en realidad sabe muy bien qué hacer con esos datos excepto entrar en competiciones absurdas. El campo de la nutrición humana está plagado de opiniones seudocientíficas, pero a los autores de aplicaciones de quantified self no parece importarles. A fin de cuentas, ellos solo recogen los datos.

Pero es que cuando hablamos de mejora personal, lo importante no es lo que sabes, sino lo que haces. En este sentido, el exceso de información al que nos llevan las apps de yo cuantificado hace más mal que bien. En el mejor de los casos nos hace sentir falsamente expertos. En el peor nos paraliza. Antes dejábamos de correr al quedarnos sin aliento; ahora observamos el parpadeo de un brazalete.

Un Apple Watch o una FitBit no nos ayudan a tomar mejores decisiones sobre nuestro bienestar, sino únicamente a preocuparnos más. Por eso abandonamos los wearables al cabo de unos meses de uso. Yo mismo he renunciado a llevar en la muñeca el equivalente de una hoja de cálculo Excel: regalé datos valiosos a cambio de semanas de confusión y ansiedad. La pérdida de peso inicial se produjo porque era más consciente de mis hábitos.

¿Qué es mejor? Correr en un mundo virtual. Es mejor dar sentido al juego con objetivos reales que convertir la vida en juego. También un sistema experto, una Siri que tome la responsabilidad de interpretar los datos y dar instrucciones simples y efectivas. Pero mientras los wearables y sus aplicaciones se limiten a recolectar y mostrar datos, no puede haber una comunicación útil entre hombre y máquina, ni tampoco decisiones efectivas.