Hola. Quería un libro de cocina para solteros.
—Oh, tengo muchos. Para mí, este es el mejor. Mire, ábralo.
—Ah… Es muy bonito, sin duda.
—Fíjese en la calidad del papel: esta editorial solo usa papel hecho con pulpa de celulosa ecológica premium. Los árboles se talaron siguiendo estándares abiertos, y la trazabilidad es completa desde el bosque hasta la tienda.
—Ajá. Pero oiga…
—¿Y qué me dice del diseño? La usabilidad de este libro es extraordinaria. Mire qué índice tan útil. Cada página tiene una caja de información y fotos de alta calidad.
—Sí, sí, es muy manejable, pero…
—¡Y el formato! Pocos libros de cocina son tan ligeros y fáciles de hojear. Este es uno de los pocos que puede consultar cómodamente con una sola mano. Ideal para cocinar.
—Vale. Está bien. Lo que intento decirle es que no entiendo nada de lo que pone. Aquí hay texto cortado y pegado de algún sitio…
—¿Cómo?
—¿No lo ve? Aquí, por ejemplo, en la receta de los Spaghetti a la Carbonara: faltan ingredientes y la explicación es incomprensible. Es como si la hubiera traducido Google. Es basura.
—Ah. Pero ¿qué importa eso? Quiero decir… ¿es o no es el libro de cocina más impresionante? No hay ningún otro que pueda competir en términos de diseño visual y maquetación y…
—Oiga, ¿ve el cuaderno de recetas de la abuela? Ese de ahí que parece un montón de hojas grapadas. Me lo llevo.