¡Oh, peregrina!

Cuán difícil será caminar a mi lado.

Diré cosas sin orden ni concierto. En ocasiones, te pareceré demasiado serio; en otras, un burlón irredento. Qué juglar es este, te preguntarás, que ríe y llora al mismo tiempo. Mi respuesta será un beso, una sonrisa y un “lo siento”.

Ten por seguro que tropezaré una infinidad de veces, aunque jamás con la misma piedra. Aquí me ves, en pleno tormento, rumiando lluvia, suspiros y esfuerzo. Descanso no me concedo, pues aliento tengo; lo que me falta son otras cosas: serenidad y tiempo.

Educado en demasía, respetuoso cuando no debo. Irreverente por escrito, casi hiriente por momentos. Pero también patoso, denso, maestro del decir nada con mucho. Perifrástico. Metafórico. Mudo.

Quiéreme así, con mis pequeños errores y excesos. Muéstrame el sendero cuando mis pies deserten y en mi garganta nazca un lamento. Ríete de corazón al presenciar mis ridiculeces y abrázame al verme contento.

Quiéreme así, perfectamente imperfecto.