Era pájaro cayendo, ala mojada en vendaval sin luz. Era mano tendida hacia espejismos; la mano del sediento, del árido. Era bosque oscuro y brumoso, cobijo de sueños muertos. Era grito sordo, sin aliento, el de quien huye sin moverse. Era luchador arrinconado, vestido de golpes y derrota.
Soy mueca desafiante y gota de sudor. Soy dos pies en suelo firme, puños cerrados, respiro hondo. Soy juramento en voz queda, mirada tersa que canta sin cesar. Soy voltereta y salto, músculo tendido, nudo en la madera. Soy raíz en tierra quebradiza, sabor metálico, silencio sólido.
Soy el fuego que nace del rayo.