Cambio. Ésa es la palabra que define mi vida en los últimos meses. La energía que he almacenado durante todos estos años ha sido liberada y me está esculpiendo, transformando en una persona diferente. Me miro en el espejo y soy yo, sí, pero también otro. Sabiendo que no obtendré respuestas, busco en mis ojos los indicios de lo que el futuro depara.
Sin embargo, lo que de verdad cambia está dentro de mi, no fuera. El cuerpo se va haciendo más ágil, y el corazón bombea más sangre. Puedo respirar y correr más, pero también mis pensamientos tienen mayor resistencia. Atraviesan las tierras baldías del miedo y de la desesperanza. Pisan los caprichos y las frustraciones sin recrearse en el dolor.
Esta carrera sin pausa, que no bloquea las emociones, sino que las amplifica hasta hacerme llorar. Este maratón que se ha vuelto mi vida. No quiero que termine nunca.