¡Licenciado!

Querido Diario,

No sé cómo coño escribir este post.

Bueno, empecemos por los hechos: esta mañana se formalizó la última nota que necesitaba para completar mi curriculum académico. Así que pillé los impresos rellenados hace dos semanas, me dirigí hacia el rectorado y – después de una hora de correr de un lado para otro, pagando recibos, corrigiendo datos y desplazando optativas de aquí para allá para que todo cuadrara… cerré el expediente.

Eso significa que ahora soy…¿psicólogo? Usando un término más pudoroso, “licenciado en psicología”. Voy y me licencio el día del eclipse anular. Toma ya. El “psicólogo del eclipse”. Un poco más y monto una línea 806. ¿Por dónde iba? Ah sí, la carrera.

Si miro hacia atrás… joder… cinco años… toda esa inocencia perdida por el camino, esos baches, esos descubrimientos… Y no sigo porque tengo un poco de fiebre, y agujetas después de una hora de judo y dos de tai-chi. No sé por qué me maltrato así, la verdad.

Sigo divagando. Incorregible de mí.

La carrera, la carrera… ese primer ciclo grandioso, básico, experimental, sin chorraditas. Y luego el segundo ciclo, el desastroso tercer año, intragables asignaturas de psicología aplicada, algunas elecciones erróneas, un prácticum interesante pero raro (tanto es así que es el único que se ha evaluado siguiendo criterios objetivos, para mi desdicha).

El segundo ciclo también ha sido el de las becas de colaboración (cuatro), que me han introducido en un mundo algo distinto a costa de quitarme energías para el otro, el de los exámenes y echar codos. Pero vamos, echar codos… lo que es empollar… eso dejé de hacerlo al final del segundo año. Uno empieza en “god mode” y pasa lo que pasa… esas interesantes vulnerabilidades que son descubiertas gradualmente y le convierten a uno en humano, y débil.

¿Lo que más me ha gustado? Neurociencias, Estadística/Metodología, Personalidad y Filosofía variada. Lo que menos, la Educativa. La Evolutiva sigue ocupando un puesto algo polémico en mis preferencias… me gustan cuando la dan bien “básica”.

Haciendo un balance: la carrera no me ha ido del todo mal, tengo una nota media de 7,84 (2,22 según la escala MEC), y he suspendido una sola convocatoria en todo este lustro. ¿Que hubiera podido ser mucho mejor? Sin duda. Mas no me quejo. Soy perezoso, siempre he seguido una táctica “minimax”, intentando conseguir el máximo con el mínimo esfuerzo.

Le tengo cariño a la carrera, y a mi universidad. Si no he tenido un rendimiento más jugoso es porque yo no he puesto el empeño requerido – por desmotivación, azares del destino, o falta de energías y tiempo. No he percibido en ningún momento situaciones injustas. Estoy relativamente satisfecho.

¿Que qué me depara el futuro? Y yo que sé. Ahora me voy a la cama, a descansar.

Ya hablaremos otro día de lo que viene después.