-¿Maestro?
-Dime Kallistus. ¿Qué es lo que te corroe ahora?
-Maestro, quería saber cuál es el sentido de la vida.
Patágoras se quedó mirando una piedra con interés.
-Vamos a comer algo. Tengo hambre.
-¡Eso ha sido brillante, maestro!
Patágoras miró sorprendido a su discípulo. Luego suspiró, meneando negativamente la cabeza, y se fue hacia la taberna de Cronómacos.